sábado, 11 de abril de 2009

En el autobús (Cuento)


- Yo tuve uno igual.

Esas palabras detuvieron mis pensamientos, mientras veía las imágenes perdidas que sucedían en la ventana del autobús

Al mirarle a los ojos, adivino que se refiere a la foto del diario que descansa sobre mis piernas.

- ¿Es pianista? - le pregunté.

- No señor, ... restaurador... – respondió, sin apartar la vista.

- Cuántos como ése pasaron por mis manos ... - aseguró y se perdió en su maraña de recuerdos.

En ése instante dediqué atención a su persona, un anciano, traje de lana, pulcro pero gastado, camisa que el tiempo amarilleó, corbatín de negro luto y un paquetito celosamente cuidado entre sus viejas manos.

Traté de imaginarle en sus días de juventud, cuando su mirada, cansada pero limpia, se fundió en mí.

- Al final se lo llevó mi hijo... Y luego lo vendió – concluyó aún mirándome pero sin verme.

Asintió con la cabeza lentamente varias veces.

- Yo nunca tuve suficiente para comprarme uno ... Aquél se lo restauré a un hombre rico que lo usaba casi nada, ... Y en pago me lo dio... Sí .. Así fue cómo vino a mí.

- ¿Lo llegó a tocar? – pregunté

- No señor... Nunca aprendí.. Pero su música.. Su música ... – y un halo de orgullo nació en su mirar

- ¿Cómo? – le dije

- Mi hijo.. Usted sabe .. Trabajador del ferrocarril.... En el extranjero dicen que saben más, aseguraba mi hijo... – mientras su remarcada frente se arrugaba aún más.

- Yo entiendo poco de eso. – concluyó, manteniéndome la mirada.

- Pero... – alcancé a decir

- Su música sigue viva.. – aseveró tranquilo

Debió ver en mi cara que no entendía. Me resultaba difícil seguir su relato.

- Mi nieto, delicado de salud desde que nació.. No daban con lo que tenía.. Mi hijo lo vendió... Y mi nieto ... Nueve años cumple hoy.. Acá llevo su regalo... Cuatro soldaditos para su fuerte.. Qué más puede querer un viejo.. Qué oír la música de la vida en su nieto... Gracias qué tuve uno igual. – dijo mirando por la ventana.

Me quedé a su lado, sentado, en silencio.

Pasé mi parada. Mucho rato después bajé y caminé hasta casa.

...

Aún hoy, después de tantos años, recuerdo esos minutos en aquel autobús.

5 comentarios:

César Socorro dijo...

Yo tampoco olvidaré este emotivo relato. Que bueno y tierno el abuelo.

Beatriz Sy dijo...

Un relato lleno de amor.

Anónimo dijo...

Son esas personas que nos marcan. A veces un instante que es eterno.

Lunática dijo...

Rebuscar en los recuerdos de nuestra infancia nos hace pensar que fue feliz.
(No te olvides del "regalo", amigo, debes cuidar-lo mucho).
Bss

El Ángel... dijo...

Bonito, muy emotivo. Como lo material a lo cual en algún momento podemos aspirar, se convierte en prescindible ante la verdadera necesidad.
Un abrazo