lunes, 20 de abril de 2009

El tren de las 8 y 15 (Cuento)


8:05 de la mañana. - Justo a tiempo - se dijo y accionó el mando a distancia que cierra la verja. Con paso firme empezó a caminar.

Al cabo de unos 50 metros, se voltea para mirar satisfecho la limpieza de la acera, el pulcro muro, los cuidados árboles y setos, que rodeaban su mansión. - Como debe ser - pensó.

No era raro ver una persona bien vestida en esa urbanización, lo que no encajaba era que fuera a pie. Traje oscuro de corte moderno, corbata de seda, camisa nueva y zapatos perfectamente bien conservados, todo esto adornado por un engominado pelo y un maletín de cuero negro. De esos que sirven para llevar sólo dos o tres hojas, resumen de resultados con sus ratios y comparativas, de su lucrativo negocio. Documentos estos, que ya había leído mientras desayunaba, al son de las noticias económicas de las bolsas, a las 6 en punto de la mañana.

- ¡Qué fastidio!... Ya me oirán los del taller... Dejarme sin coche... No tiene perdón... – pensó, mientras tramaba la forma de exigir el descuento por no haber cumplido. Esto le tranquilizó y hasta se diría que medio sonrió con esa idea. – Tendrá que ser con mucha dureza y como mínimo del 50% - aseveró.

La estación del tren quedaba sólo a cinco calles de su casa y lo dejaría a tres del despacho.

- Para que gastar en taxi, si me puedo ir en tren - se dijo 10 minutos antes de salir, superando la incomodidad de tener que viajar con gente de otro nivel y con los jóvenes estudiantes.

Llevaba 15 minutos en la estación, cuando volvió a consultar su Rolex de oro macizo por cuarta vez.

- No me lo puedo creer... Viene con retraso... - pronunció en voz alta sin querer. Hecho que no pasó desapercibido por alguien detrás de él.

- Parece que hoy.. el señor.. llegará tarde.... – creyó escuchar.

Como es lógico suponer, él nunca hablaría con alguien que primero no se haya presentado debidamente. Ignorándolo por completo, mantuvo la mirada fija en la vía.

Después de otros 10 minutos y cinco consultas al Rolex, apareció el tren, apiadándose de su sufrimiento.

Subió rápidamente sin darse cuenta que era el único pasajero, de la estación y del vagón. Él, de todas formas, hubiera ignorado a todos los que estuvieran, por tanto no lo notó.

Sentado, releía los papeles del maletín de cuero, cuando un viejo se sentó frente a él.

Lo miró y girando la cabeza observó, por primera vez, el vagón vacío. – Con todo el espacio que hay, viene y se sienta aquí - pensó y se hundió de nuevo en los números del folio.

El viejo carraspeó, interrumpiendo su lectura. Y le habló, impidiendo definitivamente que siga leyendo.

- ¿Vendedor de seguros, verdad?

- No, Gerente Regional de la compañía.- se escuchó decir, sorprendido de haber respondido.

- Bueno, pero vende seguros, gerente o no, su misión es vender seguros. ¿No?

-Sí. - respondió malhumorado, convencido que la sequedad de la respuesta, eliminaría el interés por hablar del viejo. Nada más lejos...

- Ya lo suponía... Conozco el tema... Yo hice mucho dinero con eso... Bueno, en realidad siempre tuve dinero y lo aumenté con mi profesión. Trabajé duramente muchísimos años , 6 días de la semana y como mínimo 12 horas diarias... Recuerdo que los domingos me aburría, así que una vez... - y siguió con su cháchara, aumentando la impaciencia y bochorno del trajeado señor.

Se sentía agraviado. Molestarle de esta forma cuando estaba tan ocupado, releyendo por vigésima vez los números del folio.

- ¿Es que no se va callar nunca? - pensó - ¿Y si me levanto y me cambio de sitio?... ¡Dios!... ¡Qué fastidio!

En eso, el viejo se calló.

- ¿Qué me dice? – le increpó el viejo.

Incómodo por la pregunta y por no saber a que se refería el viejo, le respondió - No lo sé -.

- Eso mismo me dije yo. - siguió el viejo - Y así terminé, por no saberlo. Ahora usted tiene ventaja, ya escuchó lo que hay que hacer.

- ¿Qué? – dijo - Disculpe, es que estaba...

- Bueno. Aquí me bajo. Qué tenga mucha suerte y no se olvide... ¿eh?. ¡Adiós! - Y sin más el viejo bajó del tren.

Mirando como bajaba el andrajoso personaje, por un momento le pareció familiar - ¡Qué locura!... ¿De dónde lo conocería?... De ningún sitio, claro... ¿Qué fue lo que me dijo?... ¿A ver?... - se decía intentado recordar algo.

- Creo que hablo del dinero que perdió... De la vida que no vivió... ¿Cómo era?... ¿Tenía dinero pero no vivió?... ¡Vaya idiotez!... Eso no sería, yo tengo dinero y vivo... feliz... feliz... - Se repitió - Sí... Sin lugar a dudas... Aunque vivo solo... Eso es cierto también... De todos modos dijo el terapeuta, que un hombre de mi posición, es normal que sienta ésta soledad... Pero el viejo dijo algo... Algo que... Y además, en realidad, creo que lo vi por mi casa o por la oficina... Algo me dijo... ¿Cómo era?... Un día dejó todo... Fue al campo... Creo que sí... No... ¡No!... ¡Qué incongruencia!... ¿Conoció a una campesina?... ¡Qué bobada!... ¿Qué dijo?... - Su línea de pensamiento se interrumpió de pronto - ¡Vaya!... ¡Mi estación!.

Bajó rápidamente del tren, apuró el paso y entró en su oficina justo cuando daban las 8 y 30.

- Llegué en punto. - pensó sorprendido - Algo no cuadra.. Salí de casa a las... Estuve en la estación... Llegó el tren... - Volvió a mirar el reloj.. 8 y 31.

Estaba en eso cuando la secretaria pasó a su lado.

- Lo siento Señor. Me he retrasado un minuto. Aunque salí temprano, pero la calle es una locura, con esto de la huelga general de trenes...

Atormentado y sin responder a la secretaria, entró en su despacho. Se sentó en su sillón de gerente, frente a un gran y lustroso escritorio. Cerró los ojos... Necesitaba pensar... Pensar... Pensar... La silla se mueve... Su cuerpo se mueve... Su brazo...


- ¡Venga!... ¡Vamos!... Está la gente esperando... ¡Hay que cosechar y tú durmiendo!... ¡Que se hace tarde!... ¿Qué te pasa? – le decía su mujer mientras lo zarandeaba.


- Nada mi amor, nada,.. Vamos... y hazme acordar luego, de llamar donde trabajaba antes, para contratar el seguro del nuevo granero.- y salió con ella hacia el campo


La verdad es que nunca logró recordar por completo, todas las palabras que le dijo el viejo, pero que ocurrió.. ocurrió seguro.

1 comentario:

El Ángel... dijo...

Me gusta, yo lo hubiera dejado sentado en la oficina con su angustia, reflexionando sobre los hechos mágicos y el mensaje que le deja el viejo.

Abrazos