
Camino lerdo entre matorrales, resecos y ausentes de amaneceres.
Con mi osamenta cubierta de ligas enredadas en carne.
La mente con sus sesos, pastosos corchos linchados, llena de pensamientos.
Respiro; el paso del aire cenizo por las aberturas, duele.
Los pies, sangrantes por los espinosos restos, se irán desintegrando junto a los miembros, hasta arrastrar el tronco y el sexo.
Me espero al final del camino.
Donde dos rosas se unen en un solo tallo punzante.
Llegaré, siempre llego.
Y empezaré de nuevo, siempre empiezo.
Con mi osamenta cubierta de ligas enredadas en carne.
La mente con sus sesos, pastosos corchos linchados, llena de pensamientos.
Respiro; el paso del aire cenizo por las aberturas, duele.
Los pies, sangrantes por los espinosos restos, se irán desintegrando junto a los miembros, hasta arrastrar el tronco y el sexo.
Me espero al final del camino.
Donde dos rosas se unen en un solo tallo punzante.
Llegaré, siempre llego.
Y empezaré de nuevo, siempre empiezo.