miércoles, 29 de abril de 2009

Soledad



En la soledad encontró su verdadera compañía.

Pasó mucho antes de darse cuenta.

Ya no echa de menos al que se fue.

Aún le duele la ausencia, del que nunca ha venido.

Quizás el tiempo cure, le dijo una amiga.

Mientras, espera. Acepta.

Y vive un presente nostálgico del futuro.


¿Crisis? (Pequeña reflexión)


En estos tiempos que tanto se habla de crisis, me acordé de algo que leí en un libro de runas. Decía que la palabra crisis en chino estaba representada por dos caracteres: amenaza (o peligro) y oportunidad.

Lo busqué en Internet y acá está.

Entiendo bien la primera parte, amenaza. Confieso que he pasado por varias crisis, no todas económicas y siempre me sentí bastante “en el aire”, sin saber como actuar y pensando que no era del todo bueno lo que me tocaba vivir.

Creo que no me equivoco cuando pienso, que nadie se pone contento si le dicen que vivirá una situación de amenaza o peligro. Bueno, a mí me pasa eso.

Ahora, la segunda parte, oportunidad, me cuesta un poco más entenderla y me da que no soy el único. La verdad es que no me veo yendo a decirle esto a alguien que haya perdido el empleo, la casa, la pareja o cualquier otro derivado desagradable de una crisis. La oportunidad siempre la vemos como algo del futuro, que puede que ocurra o no. Y andar vendiendo esperanza, no me convence para nada.

Siendo sincero, llego a la simplista conclusión que los chinos saben algo que yo no sé. Y por lo que veo, no es de unas décadas o siglos atrás, sino que hace miles de años que lo saben.

Sin respuesta y con la mente en un blanco confuso espero el sonido del timbre de casa, que anuncie la llegada del arroz tres delicias y el chop suey de pollo que pedí para la cena.

A ver si se me va pegando de a poco esta sabiduría oriental.

miércoles, 22 de abril de 2009

Un sentir

Miro por la ventana sintiendo el vacío de vos.

Llueve.

¿Cómo lo diría un poeta?..

“Llora el cielo tu ausencia...”

No.. No.. Diría:...

“Las nubes destilan lágrimas,
compañeras de las mías”...

No... No creo... Suena a bodega... Tal vez diría:...

“El cielo fiel, arropado de algodón,
siembra gotas anudadas a mi único corazón.”

Sí, me gusta, corazón = amor, sí, puede que así sea como lo dijera...

Pero a mí, menos trovador y más usual, sólo se me ocurre una y otra vez..

¡Mierda!... ¡Mierda!... ¡Mierda!...

martes, 21 de abril de 2009

Lección



“Lo que empieza en la cama después se encarama”, decía su abuelo.

Curioso, lo comprobó.

Decidido, lo limitó.

lunes, 20 de abril de 2009

El tren de las 8 y 15 (Cuento)


8:05 de la mañana. - Justo a tiempo - se dijo y accionó el mando a distancia que cierra la verja. Con paso firme empezó a caminar.

Al cabo de unos 50 metros, se voltea para mirar satisfecho la limpieza de la acera, el pulcro muro, los cuidados árboles y setos, que rodeaban su mansión. - Como debe ser - pensó.

No era raro ver una persona bien vestida en esa urbanización, lo que no encajaba era que fuera a pie. Traje oscuro de corte moderno, corbata de seda, camisa nueva y zapatos perfectamente bien conservados, todo esto adornado por un engominado pelo y un maletín de cuero negro. De esos que sirven para llevar sólo dos o tres hojas, resumen de resultados con sus ratios y comparativas, de su lucrativo negocio. Documentos estos, que ya había leído mientras desayunaba, al son de las noticias económicas de las bolsas, a las 6 en punto de la mañana.

- ¡Qué fastidio!... Ya me oirán los del taller... Dejarme sin coche... No tiene perdón... – pensó, mientras tramaba la forma de exigir el descuento por no haber cumplido. Esto le tranquilizó y hasta se diría que medio sonrió con esa idea. – Tendrá que ser con mucha dureza y como mínimo del 50% - aseveró.

La estación del tren quedaba sólo a cinco calles de su casa y lo dejaría a tres del despacho.

- Para que gastar en taxi, si me puedo ir en tren - se dijo 10 minutos antes de salir, superando la incomodidad de tener que viajar con gente de otro nivel y con los jóvenes estudiantes.

Llevaba 15 minutos en la estación, cuando volvió a consultar su Rolex de oro macizo por cuarta vez.

- No me lo puedo creer... Viene con retraso... - pronunció en voz alta sin querer. Hecho que no pasó desapercibido por alguien detrás de él.

- Parece que hoy.. el señor.. llegará tarde.... – creyó escuchar.

Como es lógico suponer, él nunca hablaría con alguien que primero no se haya presentado debidamente. Ignorándolo por completo, mantuvo la mirada fija en la vía.

Después de otros 10 minutos y cinco consultas al Rolex, apareció el tren, apiadándose de su sufrimiento.

Subió rápidamente sin darse cuenta que era el único pasajero, de la estación y del vagón. Él, de todas formas, hubiera ignorado a todos los que estuvieran, por tanto no lo notó.

Sentado, releía los papeles del maletín de cuero, cuando un viejo se sentó frente a él.

Lo miró y girando la cabeza observó, por primera vez, el vagón vacío. – Con todo el espacio que hay, viene y se sienta aquí - pensó y se hundió de nuevo en los números del folio.

El viejo carraspeó, interrumpiendo su lectura. Y le habló, impidiendo definitivamente que siga leyendo.

- ¿Vendedor de seguros, verdad?

- No, Gerente Regional de la compañía.- se escuchó decir, sorprendido de haber respondido.

- Bueno, pero vende seguros, gerente o no, su misión es vender seguros. ¿No?

-Sí. - respondió malhumorado, convencido que la sequedad de la respuesta, eliminaría el interés por hablar del viejo. Nada más lejos...

- Ya lo suponía... Conozco el tema... Yo hice mucho dinero con eso... Bueno, en realidad siempre tuve dinero y lo aumenté con mi profesión. Trabajé duramente muchísimos años , 6 días de la semana y como mínimo 12 horas diarias... Recuerdo que los domingos me aburría, así que una vez... - y siguió con su cháchara, aumentando la impaciencia y bochorno del trajeado señor.

Se sentía agraviado. Molestarle de esta forma cuando estaba tan ocupado, releyendo por vigésima vez los números del folio.

- ¿Es que no se va callar nunca? - pensó - ¿Y si me levanto y me cambio de sitio?... ¡Dios!... ¡Qué fastidio!

En eso, el viejo se calló.

- ¿Qué me dice? – le increpó el viejo.

Incómodo por la pregunta y por no saber a que se refería el viejo, le respondió - No lo sé -.

- Eso mismo me dije yo. - siguió el viejo - Y así terminé, por no saberlo. Ahora usted tiene ventaja, ya escuchó lo que hay que hacer.

- ¿Qué? – dijo - Disculpe, es que estaba...

- Bueno. Aquí me bajo. Qué tenga mucha suerte y no se olvide... ¿eh?. ¡Adiós! - Y sin más el viejo bajó del tren.

Mirando como bajaba el andrajoso personaje, por un momento le pareció familiar - ¡Qué locura!... ¿De dónde lo conocería?... De ningún sitio, claro... ¿Qué fue lo que me dijo?... ¿A ver?... - se decía intentado recordar algo.

- Creo que hablo del dinero que perdió... De la vida que no vivió... ¿Cómo era?... ¿Tenía dinero pero no vivió?... ¡Vaya idiotez!... Eso no sería, yo tengo dinero y vivo... feliz... feliz... - Se repitió - Sí... Sin lugar a dudas... Aunque vivo solo... Eso es cierto también... De todos modos dijo el terapeuta, que un hombre de mi posición, es normal que sienta ésta soledad... Pero el viejo dijo algo... Algo que... Y además, en realidad, creo que lo vi por mi casa o por la oficina... Algo me dijo... ¿Cómo era?... Un día dejó todo... Fue al campo... Creo que sí... No... ¡No!... ¡Qué incongruencia!... ¿Conoció a una campesina?... ¡Qué bobada!... ¿Qué dijo?... - Su línea de pensamiento se interrumpió de pronto - ¡Vaya!... ¡Mi estación!.

Bajó rápidamente del tren, apuró el paso y entró en su oficina justo cuando daban las 8 y 30.

- Llegué en punto. - pensó sorprendido - Algo no cuadra.. Salí de casa a las... Estuve en la estación... Llegó el tren... - Volvió a mirar el reloj.. 8 y 31.

Estaba en eso cuando la secretaria pasó a su lado.

- Lo siento Señor. Me he retrasado un minuto. Aunque salí temprano, pero la calle es una locura, con esto de la huelga general de trenes...

Atormentado y sin responder a la secretaria, entró en su despacho. Se sentó en su sillón de gerente, frente a un gran y lustroso escritorio. Cerró los ojos... Necesitaba pensar... Pensar... Pensar... La silla se mueve... Su cuerpo se mueve... Su brazo...


- ¡Venga!... ¡Vamos!... Está la gente esperando... ¡Hay que cosechar y tú durmiendo!... ¡Que se hace tarde!... ¿Qué te pasa? – le decía su mujer mientras lo zarandeaba.


- Nada mi amor, nada,.. Vamos... y hazme acordar luego, de llamar donde trabajaba antes, para contratar el seguro del nuevo granero.- y salió con ella hacia el campo


La verdad es que nunca logró recordar por completo, todas las palabras que le dijo el viejo, pero que ocurrió.. ocurrió seguro.

viernes, 17 de abril de 2009

Duda



¿Dónde estás?
¿Dónde?
Busco... Miro... Cierro los ojos y escudriño cada lugar, cada pensamiento, cada sentir.
¿Aquí? ... No... No estás.
¿Dónde?
¿Por qué mi mente ya no colorea tu figura?
Lo quiero... Lo imploro... Y las luces, sordas, se llevan tu sombra.
¿Es que no escuchas mi llamado?
¿Qué está pasando?
¡Ah!... Ya sé.. ¡Qué alivio!..
Ahora recuerdo... Al final no te conocí.

jueves, 16 de abril de 2009

Espejo.


La gente no deja de sorprenderme, si supieran ustedes, todo lo que puedo llegar a captar, sin poderlo evitar.

Plantados ante mí, buscan y rebuscan acomodarse muchas veces indecisos, sobre todo, el pelo. La cantidad que tengan influye, pero no tanto. Noto la incertidumbre que nace, por los cambios que realizan persistentes, se peinan para un lado, después para el otro, ocurre muy seguido que al final se van como vinieron. Ellos no lo saben.

Algunos intentan ocultar lo que llaman “líneas de expresión”, supongo que buscando algo que ya no es. Aun así, hay días que pasan y ni me miran. ¿Por qué lo hacen?, no lo tengo del todo claro, si es por los estados de ánimo o por las actividades que harán después.

El afeitado y pintado, ocupa la mayor cantidad de tiempo ante mí. Muchos, miran lo que hacen, pero me parece, que sin ver. Entretenidos con sus caras y manos, se imaginan que están en otro lugar. ¿Curioso no? Yo me doy cuenta que ellos, están aquí.

Algo muy habitual, es la mirada que fijan en sus propios ojos. ¿Cuánto tiempo?. Depende, a veces es sólo un instante y otras más tiempo. Claro, yo noto que ellos creen, que yo, soy ellos mismos. Me parece que intentan mirar sus pensamientos o recuerdos, a través de mí.

La mayoría viene y me hablan, afirmando algo que han de hacer. Si es con decisión, la cosa termina allí. Si es con dudas, siempre terminan siendo más preguntas que respuestas. Yo me quedo con ambas y aunque suene frívolo, me da igual.

Según dicen, reflejo la realidad, pero les diré algo, creo que es mentira. De realidad hay poco. Lo que más predomina es, la ilusión de no haber cambiado y la aceptación final de que es cierto. Por tanto, marchan de nuevo, creyéndose satisfechos de haber visto sólo lo que querían ver.

Ser como soy tiene un gran defecto, no me puedo ver a mí mismo, pues sólo soy reflejos.

Pero en fin, aquí estoy, espero que por mucho tiempo, probablemente hasta que alguien enojado o muy desilusionado, arroje con rabia un frasco de perfume y me rompa. Sólo porque no puedo evitar de modo alguno, reflejar todo lo que se ponga ante mí.

martes, 14 de abril de 2009

Recuerdo del olvido


Camino por mi corazón, fantasmal pueblo abandonado de todo, con la incipiente esperanza de hallar una justificación al sentimiento que me embarga.

Miro a los muros vacíos de historias, impregnados de recuerdos que ya no podrán narrar. Inútiles.

Puertas y ventanas muertas, estériles. El aire quieto esquiva las dependencias vacías y ausentes de vibraciones.

Habitaciones colmadas de murmullos apagados, donde no hay espacio para más sufrir.

Cortinas cerradas y rasgadas. Trapos deshilachados por ilusiones borradas en el inclemente tiempo del olvido.

Camas otrora fértiles de amor y pasión. Hoy, escaparate infecundo de sudarios y mortajas.

Armarios pestilentes que guardan despojos de hilos y lanas, sarcófagos de corazas huecas.

Cenizas.. Grises cenizas, absorben la savia de la brisa hasta dejarla inerte de creación.

Campos abonados por escorias humanas donde no hay promesa de cosecha, iniciadores permanentes de ajada paja espinosa.

Me siento tiempo que no entiende de vidas, de historias, de esperanzas. Tiempo lapidario de tantos “quizás”, “puede qué”, “a lo mejor”, “algún día”, presionándolo todo a la profunda oscuridad, hasta deshacerse en la fuente calcinante de lo más hondo de la tierra.


Y en medio de todo... una flor... que arrebato a la tierra con la errada idea del encuentro, de saciar la sed del alma reseca, sólo para ver cómo muere lentamente sobre mi pecho.

Grito, grito, grito... mil veces grito y mil silencios se adueñan de mí, como cascadas de agua helada tratando de apagar un fuego eterno, sin saber que sólo basta un soplido para calmarlo.

Exploto. Desintegrado por fin. Millones de partículas mías se esparcen en el vacío, uniéndome a todo ese destierro.

Renaceré en otro quizás lejano y tranquilo, cuando llegará a ser, lo que nunca fue.

sábado, 11 de abril de 2009

En el autobús (Cuento)


- Yo tuve uno igual.

Esas palabras detuvieron mis pensamientos, mientras veía las imágenes perdidas que sucedían en la ventana del autobús

Al mirarle a los ojos, adivino que se refiere a la foto del diario que descansa sobre mis piernas.

- ¿Es pianista? - le pregunté.

- No señor, ... restaurador... – respondió, sin apartar la vista.

- Cuántos como ése pasaron por mis manos ... - aseguró y se perdió en su maraña de recuerdos.

En ése instante dediqué atención a su persona, un anciano, traje de lana, pulcro pero gastado, camisa que el tiempo amarilleó, corbatín de negro luto y un paquetito celosamente cuidado entre sus viejas manos.

Traté de imaginarle en sus días de juventud, cuando su mirada, cansada pero limpia, se fundió en mí.

- Al final se lo llevó mi hijo... Y luego lo vendió – concluyó aún mirándome pero sin verme.

Asintió con la cabeza lentamente varias veces.

- Yo nunca tuve suficiente para comprarme uno ... Aquél se lo restauré a un hombre rico que lo usaba casi nada, ... Y en pago me lo dio... Sí .. Así fue cómo vino a mí.

- ¿Lo llegó a tocar? – pregunté

- No señor... Nunca aprendí.. Pero su música.. Su música ... – y un halo de orgullo nació en su mirar

- ¿Cómo? – le dije

- Mi hijo.. Usted sabe .. Trabajador del ferrocarril.... En el extranjero dicen que saben más, aseguraba mi hijo... – mientras su remarcada frente se arrugaba aún más.

- Yo entiendo poco de eso. – concluyó, manteniéndome la mirada.

- Pero... – alcancé a decir

- Su música sigue viva.. – aseveró tranquilo

Debió ver en mi cara que no entendía. Me resultaba difícil seguir su relato.

- Mi nieto, delicado de salud desde que nació.. No daban con lo que tenía.. Mi hijo lo vendió... Y mi nieto ... Nueve años cumple hoy.. Acá llevo su regalo... Cuatro soldaditos para su fuerte.. Qué más puede querer un viejo.. Qué oír la música de la vida en su nieto... Gracias qué tuve uno igual. – dijo mirando por la ventana.

Me quedé a su lado, sentado, en silencio.

Pasé mi parada. Mucho rato después bajé y caminé hasta casa.

...

Aún hoy, después de tantos años, recuerdo esos minutos en aquel autobús.

Perdón



Perdono.

A quien me haya dañado. Perdono.


Pido perdón.
A quien haya dañado. Pido perdón.
...

miércoles, 8 de abril de 2009

Sorprendido (Cuento)


- ¡Alto!... ¡No movás ni un pelo!.. ¡Estás muerto!

Esas palabras duras y autoritarias, que golpearon mi espalda, helaron mis movimientos.

La intención inicial de huir, la borró el temor a lo desconocido.

Cumplí la orden.

Permanecí agachado, con la mirada fija en el cuerpo quieto que estaba a mis pies. El espeso líquido rojo aún tibio, escapaba lentamente de mis manos. Delatando claramente mi anterior proceder.

Escuchaba la respiración detrás de mí, forzada, ansiosa, alerta.

Por un instante percibí la naturaleza alrededor; el lánguido atardecer al morir el día; el aire sostenido entre juncos y matorrales; el silencio.

Parecía que todo estaba suspendido.

Me arropó el sentir que no era un mal momento para acabar aquí. Una manta sanadora que todo lo cura. Fundiéndose en mi centro, desdichas, alegrías, miserias y riquezas.

El lento y frío deslizar del machete en su vaina, volvió a situarme en la dura realidad.

Sin ver, sabía que poco a poco el verdugo acero estaría en posición.

Esperé, entregado completamente, aceptando de esta forma la verdad.

Entonces oí como rasgaba el aire, recorriendo el camino que terminaría de forma seca y violenta.

El golpe cortador hace saltar los restos de la víbora a dos pasos de mí.

Liberado, retomo rápidamente la faena.

- ¡Mala herida! - , comento mirando la pierna del becerro a mis pies. Está a punto de despertar. Cierro deprisa el profundo corte.

- ¡Maldito alambre e’púas! - oigo detrás.

Me levanto, giro, miro a mi amigo con agradecimiento y complicidad.

Juntos, en nuestros potros, seguimos recorriendo el campo.

Ya es casi de noche, tenemos que ir recogiéndonos.


martes, 7 de abril de 2009

El Mazas (Cuento)



Termo bajo el brazo y mate en mano.

Hoy ya se nota que empieza el frío.

Los dos pantalones que lleva, abrigan las antes explosivas “Mazas”, como le solían decir los amigos.

Qué tiempos aquellos. Las tardes de fútbol. No lo hacía por el dinero, aunque siempre fue un aliciente más. Era porque se sentía libre, corriendo y haciendo lo que más le gustaba. En el bar apostaban cuantas piernas de los tiernos defensas partiría, tres como mínimo. No había jugador que no pensara en un bastón cuando el “Mazas” se le acercaba. Tampoco era por maldad, lo que pasaba es que sus piernas lo poseían, era la forma de libertad que necesitaban y parecía que una vez terminado los dos partidos que se jugaba cada domingo, se hubiera pasado la tarde entre baños termales y masajes con exóticos aceites. Divino.

En medio de sus habituales cavilaciones, se acercaba cuadra a cuadra, a la plaza. Como cada día, trataba de ver quienes estaban ya allí. El banco que estaba frente a la panadería era su favorito. Y más favorito se ponía el banco sobre las once y media de la mañana, para lo cual faltaba una hora y pico.

Ya, a pocos metros, ve a los niños que juegan corriendo tras una pelota que parecía tener vida propia, nunca salía para donde esperaban, culpa de las piedras entre el pasto, las zapatillas viejas que las madres autoritarias exigían que llevaran los nenes, o tal vez porque en realidad a la pelota le daba igual donde ir, menos a los pies de los demás jugadores.

De reojo miró el banco de la esquina, se dio cuenta que allí estaba otra vez el viejo más viejo que había conocido, no porque tuviera más años que él, sino por su forma de enfocar las cosas, todo gris, todo diferente a los años mozos, nada estaba bien en estos tiempos modernos. Sinceramente, para eso ya tenía sus propias grises nubes y tormentas. Así que pasó detrás del vendedor de maníes, esquivó dos bicicletas endemoniadas y giró por el camino entre los setos, derechito al banco vacío clavado frente al cielo de los panes.

Sentado se tomó varios mates.

Las palomas venían indecisas sólo a comprobar que no había traído nada, últimamente siempre se olvida del maíz. Todo es diferente desde que se quedó solo en casa.

Quién lo iba a decir, él sobrevivir a la más dulce, buena y compresiva mujer. Alguien le dijo que por eso se la llevó el Señor. Él no lo entiende y cuando el cura de la iglesia se lo repite, tiene que estrangular el espaldar del banco para no irse derecho al infierno, porque la verdad es que nada le gustaría más, que dejar el alzacuello del padre como una pajita.

Lo cierto es, que ya pasaron cuatro meses, desde que su mujer falleció. Primero pasó dos meses en un abandono completo. Al final, renuente y malhumorado, dejó que viniera la amiga de su vecina para la limpieza. De todas formas, aun limpia, la casa estaba fría, sólo la cama le acercaba a los felices días de apasionados momentos en la juventud, y amorosamente lindos en los últimos años.

Ya era casi la hora. Deja el termo y su mate sobre el banco. Parado, mira atento la puerta de la panadería.

Allí estaba, como cada día, hermosa ella y precioso él. Siempre agarra la mano de la madre como si estuviera fundido y mira despreocupado lo que pasa por la calle. Por sus infantiles muecas y expresiva cara, es fácil darse cuenta, que todo siempre le parece nuevo. Ella, con la mirada seria pero confiada, guía al pequeño a seguir sus pasos.

Mañana. Sí, tal vez mañana hablen.

Por ahora, sólo espera desde el centro de su pecho, que tenga un buen día su querida hija.

domingo, 5 de abril de 2009

El Hogar (Cuento)


Avivó el fuego en el hogar, con cuidado acomodó otro leño y mirando como poco a poco prendía, se volvió a sentar en el sillón.

Escuchaba los ruidos de la cocina que se mezclaban con el crepitar de la leña, su mujer preparaba la comida.

Otro año más.. , Otro año que, según dicen, se va.

– No sé.. – pensaba - para mí no se va – y se sumergió en los recuerdos.

Qué cómodo que estaba.. Entrecerró los ojos para aumentar la sensación de paz que poco a poco se adueñaba del.. Quien le viera creería que comenzaba a dormir.

Las imágenes.. Como páginas de un libro inacabado, surgen del interior.

Los tres hijos que tuvieron.. Sus estudios.. El del medio termina la carrera en aquella universidad.. ¿Cómo se llamaba?.. No importa.. Al mayor que no le intereso estudiar parecía feliz haciendo chapuzas.. Y él más chico.. Ese si duele aún. El tiempo le llevó por un sutil camino, a ver que nunca se tiene razón. La distancia, primero de posiciones y después física no ayudó a resolver sus diferencias. Hoy lamenta la falta de oportunidad para ello.

Recuerda aquel día, con 27 años, que comenzó a trabajar como ayudante de cocina, y gracias a eso conoció a la que hoy era su esposa. Aún siente esa mezcla de tormenta y armonía que nació con ella. Es como volver a casa, es en realidad entrar en casa, sí, eso es el amor.

Su primera casa, aquél apartamento que daba a la plaza, el tercer piso de cinco, dónde siempre faltaba algo, el agua caliente, la luz del pasillo, la puerta que no cierra.. En fin.. En realidad se divertían con eso.. Era como decía su mujer.. La magia del desconcierto.. Vivir una pequeña aventura cada día al llegar.

Cuando montó el restaurante, la ilusión de estar haciendo lo que le gustaba, mitigaba las dificultades económicas que suponía. Claro, en ese momento, ni se imaginó que su mujer quedaría embarazada el mismo día que abrió.. Vaya festejo.. Y bueno.. La idea de tener un hijo ayudo a que todo se presentara, como algo que tenía fácil solución.

Desde luego estaban todos los cumpleaños, el nacimiento de sus cuatro nietos, los casamientos, unos tradicionales y otros no tanto, como la decisión de vivir juntos de uno de ellos y que contra pronóstico, funcionaba hasta el día de hoy, sin revelar diferencia alguna con un matrimonio.. Más legal.. Por decirlo de alguna manera.

El año que se retiró del trabajo activo, superó esa pequeña depresión, que siente el que no tiene nada qué hacer. Sí, creo que fue ese año cuando aprehendió que la vida es un hacer constante, cambiante pero constante.

Ese hacer, como lo entendía hasta entonces, tomó una dimensión nueva para él, descubrió la existencia del día a día, del instante a instante, que pasa desapercibido cuando estamos en la dinámica del trabajo continuo.

En su interior sabe que todo es igual, que la vida y la felicidad es la suma de todo.. Risas y lágrimas.. Alegrías y tristezas.. Bonanza y austeridad.. Ahora todo parecía encajar en una armonía del vivir, que lo meció en una tranquilidad nueva y definitiva.

El fuego aún ardía mostrando espontáneas llamas, cuando su mujer lo toca, sólo para comprobar, que ya no estaba allí.

Hoy..

Inicio el espacio, en ésta "nada" cibernética que tanto atrapa. Con la sorpresa de mi arrojo y de sus resultados. Bienvenido yo... Bienvenidos todos!.